sobre poemas de autor

si bien he dejado muy de lado la escritura, tengo sencillas razones para dejar hacerlo, primero para no molestar al noble lector, que mínimamente merece un buen trato como espectador, segundo por encontrarme con unos años de escritura cruda en mis diálogos; por caer en temas juveniles sin transcendencias; en juegos del metro de manera desordenada,  por ceder concurridamente a un  movimiento romántico de sensiblería, sin menospreciar esta época ni sus divulgadores; por ser reiterativo en varias ocasiones, y finalmente por una razón muy sencilla, de gran honestidad que el señor Saramago algún día nos compartió, por no tener nada mejor que decir.

Pero por otro lado pienso que no deberíamos dejar callar a los que verdaderamente son escritores, que si bien rosan las esferas sensibles del arte y de la poesía y nos muestran una inquietud con un sabor a desazón, que no llegan  a las trivialidades del yo y de la melcocha.

Quisiera presentar entonces tres poemas del primer poeta moderno, mucho antes que Rubén Darío,  no porque hubiera sido de mi tierra me concedo el derecho de mencionarlo como el primer poeta moderno, si no porque antes de 1881 ya se lo consideraba en la revista piedra y cielo, y este poeta se habría adelantado a esta marcha en toda su magnitud literaria. Estamos hablando entonces de José asunción Silva. Pero más que presentarlo, que ya tantos lo hemos escuchado mentar, quisiera compartirlo; su presentación ya aparece explicita en su arte, más que en su biografía.

De los tres poemas que musicalmente son perfectos, según dicen del nocturno, es la pieza musical más perfecta que se ha dado en lengua española, si adentramos en su estructura, también encontraremos una riqueza y una sensibilidad especial, que es además una sensibilidad de pocos poetas y que hacen reconocer a este expositor como un gran embajador del arte.
El segundo poema que expondré, los maderos de san juan, sin que sepamos mucho de poesía, podemos mirarlo a lo lejos y ver que nos enfrentamos a un poema iniciado y terminado con dos estrofas de arte menor, casi que son como un marco y que su estructura interna, está compuesta en arte mayor, que los primeros versos son vivaces y alegres y los del medio, profundos y reflexivos.
Sobre el primer poema.... bueno, a la larga ya me parece que es un error tener que explicar un poema. Pero de igual manera, me parece fantástico que su estructura sea en pirámide invertida, donde se empieza hablar de lo impersonal y valla najando en punta, hasta hablar de lo personal. Y que se cuestione, algo que quizá ya conocíamos de por halla de los griegos, pero que no tiene o no repercute en una sentencia moral sobre, lo que las acepciones de la iglesia a veces nos escandalizan. Sin decir mucho más, que sus poemas se presenten solos.


CRISÁLIDAS

Cuando enferma la niña todavía
salió cierta mañana
y recorrió, con inseguro paso
la vecina montaña,
trajo, entre un ramo de silvestres flores
oculta una crisálida,
que en su aposento colocó, muy cerca
de la camita blanca...
.................................................................
Unos días después, en el momento
en que ella expiraba,
y todos la veían, con los ojos
nublados por las lágrimas,
en el instante en que murió, sentimos
leve rumor de älas
y vimos escapar, tender al vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada...
.................................................................
La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vista rápida;
al verla vi de la difunta niña
la frente mustia y pálida,
y pensé ¿si al dejar su cárcel triste
la mariposa alada,
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campestres auras,
al dejar la prisión que las encierra
qué encontrarán las almas?







Los Maderos de San Juan




¡Aserrín!

¡Aserrán!

Los maderos de San Juan,

piden queso, piden pan,

los de Roque

alfandoque,

los de Rique

alfeñique

¡Los de Triqui, triqui, tran!

Y en las rodillas duras y firmes de la Abuela,

con movimiento rítmico se balancea el niño

y ambos agitados y trémulos están;

la Abuela se sonríe con maternal cariño

mas cruza por su espíritu como un temor extraño

por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño

los días ignorados del nieto guardarán.

Los maderos de San Juan

piden queso, piden pan.

¡Triqui, triqui,

triqui, tran!

Esas arrugas hondas recuerdan una historia

de sufrimientos largos y silenciosa angustia

y sus cabellos, blancos, como la nieve, están.

De un gran dolor el sello marcó la frente mustia

y son sus ojos turbios espejos que empañaron

los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron

de cosas y seres que nunca volverán.

Los de Roque, alfandoque

¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Mañana cuando duerma la Anciana, yerta y muda,

lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,

donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están,

del nieto a la memoria, con grave son que encierra

todo el poema triste de la remota infancia,

cruzando por las sombras del tiempo y la distancia,

¡de aquella voz querida las notas vibrarán!

Los de Rique, alfeñique

¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Y en tanto en las rodillas cansadas de la Abuela

con movimiento rítmico se balancea el niño

y ambos conmovidos y trémulos están;

la Abuela se sonríe con maternal cariño

mas cruza por su espíritu como un temor extraño

por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño

los días ignorados del nieto guardarán.

¡Aserrín!

¡Aserrán!

Los maderos de San Juan

piden queso, piden pan,

los de Roque

alfandoque

los de Rique

alfeñique

¡Triqui, triqui, triqui, tran!

¡Triqui, triqui, triqui, tran!


Nocturno


Una noche,
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Una noche,
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de tus fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
¡Y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga...!

Esta noche
Solo; el alma
Llena de infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro,
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida
Y el chirrido de las ranas...

Sentí frío. Era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola,
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra, esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella...
¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas...!


jose asuncion s

Comentarios

Doctorinfierno dijo…
Que bien parce que decidiste volver a escribir. Muy adecuado comenzar este ejercicio con semejantes poemas, llenos de ritmo, cadencia y fuerza.

Debo anotar un par de cosas: ojo con la estilística y la ortografía. Son aspectos técnicos corregibles que mejorarían enormemente la experiencia de leer el texto.

Salud, y ánimo a seguir escribiendo.

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