Para quien ya no es niño

Bajo las letras del abecedario
En el ansia de escuchar tan bella voz
Me desparrama con incierto dolor
La desvirtud de vivir sin tu astrolabio.

noches que callan todos los silencios
Con sombras reflejando mil imágenes
Y Un racimo de blancos azules
Apareciendo en mi corazón necio.

No pude contar los años y días
Que me acompañaron en el crepúsculo
Sin perder de vista tu suave melodía

Ahora es un río amargo y casi oscuro
Que no cede a demonios todavía
Que desemboca al mar en plenilunio.

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